sábado, 12 de mayo de 2001

Juan Sígueme

Son exactamente las 3:37 de la mañana. Quien esto escribe estaba durmiendo tranquilamente hasta que una banda de energúmenos ha decidido despertar a media Calle Noreas ante la acostumbrada indiferencia de la policía municipal (y por favor, no me vengan que es por la huelga de “brazos caídos”, porque la historia no viene de un mes ni de dos).

En este tema nos encontramos con intereses aparentemente opuestos: Por un lado está la natural indignación de quienes intentamos conciliar el sueño a una hora en que, desde nuestro punto de vista, es lógico estar durmiendo; pero frente a esto hay que tener en cuenta el derecho a trasnochar de quien no comparte esta opinión. Hasta ahí correcto. El problema surge cuando se intentan combinar ambas posturas en beneficio de todos: Simplemente no se logra.

El actual equipo que dirige el Ayuntamiento se ha puesto a la tarea, según ellos, de terminar con todo esto, pero no han encontrado otro camino que el de cerrar los locales puntualmente a la hora legalmente establecida. Claro que, si tenemos en cuenta que un pub puede cerrar a las 4 de la mañana estamos apañados.

¿No sería más lógico, digo yo, que los mismos policías municipales que tan diligentemente multan a los locales utilizasen su tiempo en multar a la gente que monta escándalos por la calle?. Si un pub está convenientemente aislado se supone con bastante acierto que la molestia que causa es mínima, pero el razonamiento que siguen nuestros políticos es que “muerto el perro se acabó la rabia”: si la gente no tiene a dónde ir se irá a casa y no dará la lata.

Lo primero que hay que hacer es reconocer el derecho que cualquier hijo de vecino tiene para estar tomando copas hasta que amanezca si le da la gana, siempre y cuando no moleste al prójimo. Dicho al revés: no por que yo desee dormir pido que los demás pierdan su opción a divertirse, nada más lejos de mi intención. Pero para salir por la noche no es necesario montar semejantes escándalos por la calle.

Lo que está muy claro es que mientras se controle a los locales en lugar de a las personas no se va a conseguir nada. Es como si para que no ocurrieran más desgracias en la carretera prohibieran circular a todos los vehículos o como si se eliminara el fútbol para que no se produzcan altercados por su causa. Ese no es el sistema.

Cuando la gente orinaba contra la Catedral no la cambiaron de sitio, sino que, con muy buen criterio, multaban a quien lo hacía. Se acabó con el problema. Utilizando la lógica aristotélica, multen ustedes con 20.000 pesetas a la gente que por la noche se expresa a grito pelado, y les garantizo que en el plazo de tres semanas como máximo habrán resuelto este problema para siempre.

Artículo del 12 de mayo de 2001 publicado en la sección de Cartas al Director de El Progreso