miércoles, 20 de octubre de 2010

Al cuerno la paridad y el disimulo sindical

Una de las cosas que más me ha llamado la atención en los cambios de Gobierno hechos por Zapatero es que se ha cargado su tan cacareada paridad, llevándose por delante también el absurdo ministerio de igualdad, que es “super fashion de la muerte” pero no vale para nada.

La parida de la paridad se revela aquí en toda su magnificencia y esplendor, siendo su mayor paladín, el ocurrente Zapatero, el que le ha dado la puntilla. Hace pocas semanas se oían en Galicia voces que hablaban de impugnar la formación del gobierno de la Xunta de Galicia por no cumplir con la sagrada igualdad de sexos… me gustaría escucharlos ahora, a ver cómo defienden el giro que los acontecimientos han dado.

hombremujEl principio de paridad en política es tan absurdo como el de pretender que haya el mismo número de gordos que de delgados en el Gobierno. También a los gordos se les discrimina, están menos valorados, les resulta más difícil conseguir un puesto, tienen más dificultad en realizar tareas físicas… pero no por ello hay una ley de igualdad de obesos que defienda sus derechos. Se da por sentado que TODOS somos iguales, sin distinción, y si una persona fuera despedida por su peso su empresa perdería la demanda por despido improcedente de cajón.

La otra cosa llamativa del cambio de Gobierno es que Zapatero ya se da en público los besos en la boca con los sindicatos que antes dejaban para la esfera privada. Menos de un mes después de que le hayan organizado una huelga general nombra ministro a un tipo de UGT, que méritos tendrá muchos, pero políticamente es todo un símbolo de la relación que une al Gobierno y los representantes de las pocas personas que aún tienen empleo (nota al margen, ¿y si se creara un sindicato de parados?).

Como comenté el propio día de la huelga, se notaba que el tema estaba hablado. “No os paséis mucho, chicos, protestar lo que queráis pero a ver si podéis hacer que la cosa no venga mucho contra el jefe, mejor atacar a los empresarios y al PP, que eso siempre vende bien”. Y aquí estamos, igual que hace un mes pero con los sindicatos calladitos, que están más guapos, y con representación ministerial. Protestamos contra el Gobierno, pero si nos dan una sillita la cogemos, claro.

Evidentemente aquí la idea es buscar el consejo de los mayores, nada más noble. Los niños han dejado todo hecho unos zorros y tiramos de los pretorianos de Felipe González, con el ascenso de Rubalcaba y la entrada de Jáuregui. Sin embargo esto, que podría ser bueno, se compensa bastante al meter a Leire Pajín, jugada que parece un guiño a la gran masa de iletrados que no distinguen conseguir un ministerio de ganar Gran Hermano. Parece que en la era Zapatero para cualquiera de las dos cosas vale quien sea, aunque no tenga méritos propios ni haya demostrado nunca que sabe hacer una O con un vaso. Si la cosa funcionó cuando se metió a José Blanco ¿por qué no repetir la jugada?

Al revés que cuando liquidó a Solbes por avisarle de lo que les venía encima, Zapatero se apoya cada vez más en la vieja guardia. No me sorprendería ver mañana de vicepresidente a Alfonso Guerra, de exteriores a Solana y de presidente a Felipe González. Es más, no sólo no me sorprendería, sino que aplaudiría con fuerza. Ni los peores tiempos del felipismo, con escándalos y chanchullos mayúsculos, dieron una imagen tan penosa de lo que es un Gobierno como lo que tenemos ahora. Ya le gustaría a Zapatero llegarle a la suela del zapato a González, y lo dice quien no se cuenta en el club de fans de Felipe, pero hombre, aún hay clases.

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