jueves, 30 de diciembre de 2010

Piratas somos todos

Publicaba Alejandro Sanz un artículo en El País sobre el fracaso del Gobierno en su intento de aprobar la Ley Sinde. A este artículo se contestó en diversos medios, teniendo algún bloguero bastante repercusión a través de Internet con su respuesta.

Antes de entrar en el fondo del asunto, sólo aclararle a Alejandro Sanz que los partidos que votaron contra la Ley Sinde no lo hicieron porque defiendan la piratería ni mucho menos, sino porque la existencia de un delito no puede justificar que desaparezcan las garantías mínimas de un Estado de Derecho. Hay cosas que se llaman “presunción de inocencia” o “garantías procesales”, que implican que la Administración no pueda alegremente cargarse derechos de ciudadanos sin intervención de un juez, que es lo que pretendía esta Ley.

Para no caer en un ejercicio de cinismo de los gordos, antes de nada diré que yo soy el primero en bajarme cosas de Internet, de hecho muchas, muchísimas. Eso no quiere decir que crea que está bien hecho. Alguna vez, todos nos hemos colado en el súper, tirado una bolsa de basura al contenedor que no es, saltado un semáforo cuando no miraba nadie… pero no defendemos que se haga. Y dicho esto, sigamos.

Contra la piratería:

Ahora ya en materia, sobre el fondo del tema, hay que reconocer que don Alejandro tiene razón en su razonamiento inicial, no así en su artículo, que dice muchas cosas muy discutibles y algunas barbaridades. El artículo de respuesta hace bien en atacar las formas de Sanz en estos temas, pero hay algo que hay que plantearse muy seriamente: ¿estamos de acuerdo con el derecho de propiedad para todos o eliminamos de la lista a los que tienen dinero? Porque a eso se reduce todo.

Cuando un artista crea su obra, ya sea pintor, escultor, arquitecto, escritor, diseñador, cantante, compositor o lo que sea, genera una propiedad sobre la misma. Esto, que parece sencillo de entender, es lo que la sociedad no está dispuesta a asumir. Que la ley proteja los derechos del autor de una canción o una película de que saque los rendimientos que el mercado le otorga me parece más que razonable. Que se luche contra la piratería me parece también lógico.

Hay muchos argumentos que se utilizan para justificar el tema pirata y que para mi no son asumibles. Por ejemplo, se habla de que la difusión por Internet de canciones hace que haya más gente en los conciertos de los cantantes. Eso, de ser cierto, lo que haría es que los propios autores difundieran su música por la red, pero siempre que sea decisión suya, porque suya es la música. Seamos sinceros, nadie piratea para beneficiar al autor, sino para ahorrarse unos euros en un disco. Además, ese argumento tampoco justificaría por ejemplo piratear películas, lo que vacía las salas y es de lo que viven los actores a los que decimos admirar.

También se dice en el blog de respuesta a Sanz que “La Cultura, como El Arte, mata a sus hijos de hambre, porque está hecha además de talento y de trabajo, de coherencia sin concesiones y no de trapicheos políticos y comerciales”. Es decir, que un artista tiene que ser pobre para ser bueno, y además no tiene derecho a firmar contratos o buscar beneficios. Pues vaya, entonces ¿un minero para picar bien tiene que pasar hambre?. La envidia es lo único que justifica este tipo de argumentos. Mozart no era bueno porque fuera pobre (la verdad es que era más bien rico), era bueno porque tenía un don...

A favor de la piratería:

images La cuestión es que desde el momento en que se nos empezó a cobrar por grabar las fotos de nuestras vacaciones en un cd, para dar parte de esos beneficios a la SGAE y a gente que no ha estado con nosotros en la playa (que al menos esos podrían pedir derechos de imagen), cualquier impedimento moral que tuviéramos para piratear saltó por la ventana. Si me van a aplicar una presunción de culpabilidad, pues mira, habrán hecho sus cuentas y les saldrá rentable, pero han justificado moralmente la piratería.

Por si eso fuera poco, la propia codicia de algunas industrias les ha convertido en objetivo de la clonación. Por ejemplo, hasta ahora el mundo de la literatura se había librado del tema, sacando algún caso puntual de fotocopias. De todas formas, a ningún amante de la lectura le gusta leer folios, todos queremos libros encuadernados. Pero claro, editar libros es caro, así que sacan el libro electrónico, que obviamente es carne de pirateo. Y luego se quejan, claro.

También llama la atención que una canción o una película se pueda ver o grabar de la tele, pero no del disco original. Desde que lo difundes en un medio de masas, sabes que lo va a escuchar todo el mundo, así que no tiene mucha lógica que luego pretendas cobrar por cada reproducción en un bar.

El precio de un cd o de un dvd es una barbaridad. Si tenemos en cuenta que las productoras recuperan con creces el dinero que les cuesta hacer una película con su emisión en los cines, al menos en la mayor parte de los casos, no tiene mucha justificación que mantengan que un dvd cueste 24 euros o un cd 15. Si pusieran los cds a 3 euros y los dvds a 5 ya verías cómo vendían como locos. A todos nos gusta más tener el original (bueno, con los dvd’s tengo mis dudas, que es un coñazo tragarse los anuncios que te ponen antes de las películas, y son muy molestos los menús de mil opciones que te tienen apretando botones cinco minutos).

Una “Entente cordiale”:

Creo sinceramente que hay que llegar a algún tipo de punto de acuerdo. No podemos privar a los autores de sus derechos intelectuales, pero tampoco podemos cobrar tasas por pirateo a gente que no ha grabado un cd de música en su vida. La solución podría pasar por el establecimiento de un plazo de vigencia de los derechos intelectuales. Por ejemplo, las cadenas de televisión pobres nos machacan con películas antiguas porque sus derechos caducaron, por lo que se pueden emitir sin pagar royalties. Habría que ir a algo parecido.

¿Qué pasaría si, por ejemplo, un autor tuviera derechos sobre sus canciones durante cinco años? En ese plazo, se perseguiría la piratería a base de bien, intentando por todos los medios acabar con webs de descargas y, sobre todo, con el top manta que es más grave por buscar lucro y explotar a los chavales que tienen vendiendo por las calles. Una vez pasados esos años, la difusión de esa música sería gratuita. Es algo parecido a lo que se hace con las farmacéuticas, que tienen el monopolio de sus fórmulas durante 10 años y luego cualquiera las puede copiar y distribuir.

El autor mantendría siempre los derechos sobre su canción en ciertos aspectos, como por ejemplo para controlar quién hace versiones y quién no, si se utiliza para un anuncio o para un programa de televisión… ese tipo de cosas.

Eso sí, esta medida tendría que traer de la mano otras como la eliminación del (en mi opinión ilegal) canon digital o la bajada de precios de cds y dvds que, aún siendo rentables, serían más asequibles para el público.

Ah, por cierto, si nos ponemos tontos con el tema económico, también habría que hablar de las subvenciones a los “autores” por hacer cosas que el mercado no quiere comprar. Si vamos al mercado, vamos para todo.

No es un tema tan sencillo como pueda parecer, y la opinión pública aquí no es objetiva. Es más fácil ponerse en el lugar del pirata que en el del autor, porque al final, piratas somos todos.

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