viernes, 11 de marzo de 2011

Cuando la calle de las putas sigue siendo la calle de las putas

Diez años después de comenzar la rehabilitación de la Tinería, un proyecto que lleva la firma de dos “ex” de altura, el ex presidente Manuel Fraga y el ex alcalde Joaquín García Díez, la cosa sigue bastante mal. No por la rehabilitación en sí, que se nota una barbaridad, sino porque sigue sin cuajar el cambio de ambiente de la zona.
Ayer salía en La Voz de Galicia un hostelero, el dueño del Hotel Monumento (por cierto, una pasada de hotel), situado en el corazón del aún barrio chino de Lugo, frente a la Porta Miñá, declarando que se sentía abandonado por el ayuntamiento y que tiraba la toalla, que estaba incluso dispuesto a vender si alguien se lo quería comprar. Hoy sale matizando el tema, supongo que porque, entre otras cosas, con esa publicidad no habrá tontaina que le compre el chiringuito.
Pero el asunto es serio. Galicia y Lugo han gastado un buen dinero en la rehabilitación de la Tinería, pero una muy discutible política social del bipartito en la Xunta y una más aún discutible permisividad de las policías (nacional y local, no tengo claro de quién es la competencia), han logrado que, muchos millones después, siga siendo la calle de las putas.
Es una tristeza, porque es el barrio más noble de Lugo y su glorioso pasado, que atestiguan los pazos y casas con escudos y blasones, queda oculto por las trabajadoras del sexo, que ahuyentan a todo turista o lucense que se pase por la zona. Hace pocas semanas iba con unos amigos para enseñarles el barrio, y por el hecho de mirar una placa de una calle con un nombre llamativo, tuvieron unas palabras con una “señorita” que estaba asomada a una ventana. Pensó que estaban cotilleando su negocio, supongo. Tampoco es fácil hacer una foto un poco decente (en el más pleno sentido de la palabra) porque a estas buenas mujeres no les gusta salir en ellas y te riñen.
Que nadie me interprete mal: no tengo nada en contra de la prostitución, siempre que sea ejercida voluntariamente. Hay muchas prostitutas que no desean cambiar de trabajo, porque a ver dónde iban a ganar tanto con tan poco esfuerzo (eso dicen ellas en los reportajes periodísticos habituales). El cliché de que sólo por obligación y trata de blancas (de lo que no niego casos, por supuesto) una mujer se mete a puta es una estupidez. De hecho creo que habría que estudiar seria y desapasionadamente la posibilidad de legalizarlas y que paguen sus impuestos, su seguridad social y tengan sus revisiones sanitarias periódicas, además de garantizar que la que ejerce la profesión es por voluntad propia. Pero ese es otro tema.
Una cosa es no atacar la prostitución como tal, incluso defender su existencia (lo contrario sería como negar el hidrógeno en el universo) y otra que se instale en el casco histórico, en nuestra tarjeta de visita. También defiendo la existencia de áreas industriales en Lugo y no las pondría en el paseo del Miño. Cada cosa en su sitio. Organización.
Cuando la calle de las putas sigue siendo la calle de las putas tras mucho esfuerzo de administraciones y particulares, es que algo no funciona. Lo malo es que al Alcalde le molesta el tema, pero tampoco le va la vida en ello. A quien sí le va es a los empresarios que han metido todo su capital, su esfuerzo y su ilusión en un proyecto confiando en la palabra de Orozco. Así les va, claro.

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