miércoles, 22 de junio de 2011

Racionalización

Es la palabra de moda: “racionalización”. Todo el mundo quiere racionalizarlo todo: gastos, recursos, estructuras, planes de empleo, plantillas, usos y costumbres. La Xunta de Galicia, presidida por Alberto Núñez Feijoo ha hecho bandera de esta racionalización cargándose, en su primer día de Presidente, las 13 delegaciones de la Xunta en cada provincia y reduciéndolas a una única super-delegación. Esto supuso un considerable ahorro de personal, jefes y los inciensos que se les asocian. También se está metiendo mano (metafóricamente) a los chiringuitos que el bipartito demonizó pero luego no sólo no recortó sino que incrementó notablemente. Se revisan las políticas de seguimiento de las bajas por enfermedad, la asignación de puestos, el control horario, los medicamentos genéricos y casi hasta se cuentan folios y clips en las oficinas.

forges_funcionarios Todo ello fantástico, nadie podrá opinar en contra, pero al ciudadano de a pie (al menos a mi) se le viene a la cabeza una pregunta: ¿es que antes la administración era irracional? Es decir, si estamos racionalizando es que partimos de una situación “irracional”, obviamente, por lo que mira tú por dónde la crisis va a traer cosas buenas consigo. Se va a mejorar la gestión de todo aquello que pagamos con los impuestos, mis impuestos, sus impuestos, nuestros impuestos, que tanto sudor nos cuesta pagar aunque a veces ni nos enteremos por la fantástica idea de la “retención”, que hace que ya ni consideremos ese dinero como nuestro en ningún momento y que en mayo, si nos sale a devolver, tengamos la sensación de que tuvimos 4 aciertos en la primitiva. Nada más lejos, es que le han retenido de más, no se equivoque.

Volviendo al tema, esas grandes reformas de las que la Xunta es pionera, son el comienzo del camino que seguirán las 13 comunidades autónomas que desde el día 22 gobierna el PP. Sin embargo, aunque algunas de ellas son muy duras, sólo se está arañando la superficie. No digo que esté mal hacerlo, al contrario, el valor que le está echando Núñez Feijoo (pongo ”valor” por si esto lo leen menores, pero quiero decir “cojones”) a tomar medidas de control del gasto son percibidas irregularmente por la ciudadanía: bien para las que fastidian al funcionario, mal para las que tocan a la cartera del particular (por ejemplo el tema de los genéricos). Pero como decía esas medidas son ya no sólo buenas, sino imprescindibles. Pero sólo son la punta del iceberg.

El problema de España no sólo es que gastemos mucho en coches oficiales y en bajas de funcionarios, que también. Es un problema bastante más gordo que eso: es la maraña administrativa de la que ya he hablado en varias ocasiones en este foro, y que no sólo es absurda sino cara. Las competencias paralelas que hacen que todos hagan lo mismo y, por tanto, que nadie haga nada, salen por un ojo de la cara. Ahí está el caballo de batalla.

Racionalicemos, pero a fondo. Llevemos el sentido común al sistema. Eliminemos lo que hay que eliminar y conservemos lo que hay que conservar con dos únicos objetivos: eficiencia y eficacia. Lo demás es filosofía.

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