jueves, 22 de diciembre de 2011

La intimidad de sus señorías

Aunque podría parecer previsible que hablara del nuevo Gobierno, si les soy sincero no creo que sea una noticia que yo esté capacitado para comentar. Principalmente porque sacando el nombramiento de Ana Pastor como ministra de Fomento (esperemos que esto sea una buena noticia para Galicia y sus esperadas infraestructuras, aunque habrá que esperar a ver qué hay bajo las alfombras) y lo de Gallardón como Ministro de Justicia, el resto no me parece que sea momento de sacarlo a la palestra. Habrá que ver qué hace cada uno en su área y no sacar la bola de cristal, que con Rajoy en cabeza está visto que tiene poco que rascar.

movil_rubalcaba Hay otro tema, de la sesión de investidura, que ha levantado ampollas, y que es una fotografía que El Mundo ha publicado del móvil de Rubalcaba. Se lee claramente en la pantalla “Me dice nuestra informadora en el Ayto de Madrid q Gallardon va Defensa”. El revuelo se ha montado por varios motivos, el más importante de los cuales es la presunta violación de la intimidad de Alfredo (ahora no sé si, tras acabar la campaña, podemos seguir aplicando lo de “Llamadme Alfredo”, es confuso). Si a esto unimos otras fotos como las típicas del diputado durmiente, el que jugaba al Tetris en una sesión parlamentaria, la señoría que miraba catálogos de bragas… esas cosas tan llamativas, se lía parda porque se ataca a la “intimidad” de los diputados.

Vayamos por partes. Primero analicemos brevemente el sms de turno. Me llama la atención el lenguaje rollo espionaje de la “informadora”. Una persona normal pondría algo del estilo de “Dice Paqui que Gallardón va a Defensa” o, si no queremos desvelar el nombre, se usan iniciales o algo así. De todas formas si yo fuera Paqui me haría mirar la vista, porque casi acierta la moza. Defensa y Justicia no se parecen ni en la inicial. Suena un poco a “pami que…”.

Ahora tratemos el tema de la intimidad de los Diputados. Por una parte he de decir que, al menos mientras están sentados en su escaño, no pueden alegar intimidad. Están ahí como representantes de los españoles y, como tales, todo cuanto hagan, digan o se perciba es de la incumbencia de los votantes. Si mis diputados por Lugo se meten el dedo en la nariz, ven porno en Internet, o votan con el pie en pleno hemiciclo (eso ha pasado de veras, aunque no con uno de Lugo), sí es asunto mío. Si hace esas mismas cosas en su casa está en su derecho y nadie le puede decir ni pío.

Una vez dicho esto, hay que matizar que los periodistas que dan importancia a estas noticias son una panda de histéricos. Miren, cuando estás en el Congreso escuchando un tostón sobre la importancia de la cría del berberecho moteado en aguas territoriales de Ceuta, y tu especialidad es la física nuclear o los problemas de tráfico, es normal que te distraigas. Si tú eres diputado por Burgos y te hablan de la crisis del pimiento morrón en el sur de Jaén, aguantar ese rollo sin echar mano del móvil para mandar un sms a la querida (no se alarmen, puede ser a la querida esposa, o a la querida madre de uno) es motivo de condecoración militar.

Es decir, no es el hecho lo que tiene importancia, sino el momento en que se produce. Saber que un diputado está jugando al Tetris mientras se habla de algo de lo que ni tiene la más remota idea o interés no creo que sea para rasgarse las vestiduras. A mi me preocuparía que un diputado por Lugo esté roncando mientras hablan de nuestra Muralla, de la pesca del bonito, de políticas de empleo o de cosas semejantes que nos afecten directamente, pero no pretendo que estén siempre ojipláticos de cara a la tribuna y tomando apuntes por si alguien les pregunta. Hay que ser un poco realistas y dar menos importancia a la forma y más al fondo. Dejen de exigir a personas normales que sea superhéroes de película y pidan que sean todo lo contrario, más humanos, sólo que humanos nobles y que tengan como prioridad la defensa de nuestros intereses.

Por cierto, las fotos de un diputado con los ojos cerrados no demuestran nada. Les garantizo que soy capaz de hacer una foto a cualquier persona que esté sentada quince minutos en una silla y hacer que parezca que duerme. Es lo que tienen las máquinas que disparan ráfagas de fotos, que no se distingue un parpadeo de una visita al casi siempre agradable reino de Morfeo.

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