lunes, 30 de enero de 2012

Tinta electrónica

El viernes les dije que les hablaría de los libros electrónicos (ebook para abreviar). Lo prometido es deuda y vamos a darle al tema, que no todo política y burradas de Orozco va a ser el blog, aunque cualquiera de los dos temas dan para una enciclopedia de lo que se debe y no se debe hacer. Vamos que me desvío.

kindle En Navidad me regalaron el Kindle (gracias mamá), el ebook de Amazon. Juro no percibir ni un duro por la publicidad, aunque sería de agradecer, ya que estamos, pero si les soy sincero yo que siempre decía que donde esté el papel que se quite la electrónica, y he tenido que revisar criterios en esto. Es uno de los mejores regalos que me han hecho, además de mis adorados relojes. Desde que lo tengo vuelvo a devorar libros como hacía tiempo que no leía. Supongo que nos estamos haciendo unos cómodos, y la ventaja de llevar en menos de 200 gramos hasta 2.000 libros se agradece, la verdad.

Les explico brevemente cómo va la cosa. El ebook es un pequeño apartejo (para los obsesos de los datos les diré que el mío, regla en mano, mide 16x12 centímetros, con uno de espesor) que sólo tiene una pantalla y unos botones a los lados y abajo. Lo primero que llama la atención es que es monocromo y no tiene luz. Es decir, no es la típica pantalla que ahora vemos en todas partes del estilo del ipad, tabletas electrónicas varias, o micro ordenadores. Hay mucha gente que cree que es mejor un ipad o similar que el ebook porque deja hacer más cosas, pero el hecho de hacer más cosas no quiere decir que las haga todas mejor.

El secreto del ebook es que no cansa la vista. Nada. Es como una hoja de papel impresa pero en versión Harry Potter, porque cambia el contenido con darle a un botón, con lo que sigues necesitando tu lamparita de lectura. También puedes cambiar el tamaño de la letra, lo que es muy cómodo para la gente que no tenga una visión perfecta, y aunque las páginas no están numeradas, porque al haber posibles cambios de letra no es posible hacerlo, te va indicando en una barra de progreso el porcentaje del libro leído, lo que viene a ser muy similar.

La única cosa que no entiendo del ebook es que las editoriales lo hayan sacado a la luz. Si había un mundo que se había salvado del pirateo a gran escala era el de los libros. Siempre ha habido gente que ha fotocopiado libros, pero normalmente se trataba de estudiantes que andan apurados de dinero (tienen que elegir entre libros y copas y claro, los primeros no tienen nada que hacer en la competición) y que fotocopiaban “lecturas”. No conozco a nadie que se dedicara a fotocopiar novelas, principalmente porque es un tostón leer fotocopias. Pero ahora nos vienen con el ebook y con hacer dos clics de ratón tienes en tu disco duro todos los libros que quieras, listos para transferir a tu Kindle (o el que sea) y disfrutar por la cara de lo que antes costaba una fortuna.

Me imagino que esto hace que la librería tengan los días contados. ¿Se acuerdan de la cantidad de tiendas de discos que había hace unos diez o quince años? Han ido cayendo como moscas, y ahora mismo sólo soy consciente de una en Camiño Real y de la sección de discos de los hipermercados. Las demás no han podido sobrevivir a la competencia del “gratis total”. Me temo que las librerías de toda la vida, las que basan su negocio en el papel impreso, van a cerrar de la misma manera en cuestión de pocos años.

libreria Me vienen a la cabeza las librerías Trama, Balmes o Biblos. Otras como La Voz de la Verdad o Souto puede que sobrevivan porque también tienen revistas, material de oficina o incluso imprenta propia, pero las primeras sólo venden libros. No quiero ser agorero pero mal te veo, Galileo. Y no se imaginan la pena que me da, porque la librerías son sitios con un encanto y un olor especial.

Cuando cerraron las tiendas de discos reconozco que me dieron poca lástima. No soy un enamorado de esos lugares y la única a la que iba sigue abierta, así que no he notado un gran vacío en ese sentido, pero con las librerías es diferente. Yo soy de los que cuando viene la feria del libro antiguo y de ocasión va a revolver entre las porquerías que traen a ver si sale algo decente, y a veces ocurre. También cuando viajo me gusta entrar en librerías y papelerías. Manías que tiene uno.

La tinta digital va a cambiar este panorama, y en ese sentido no para bien. Posiblemente las librerías que sobrevivan serán las que tengan un valor añadido, que se dediquen a libros un poco especiales, que vayan más allá del best-seller de bolsillo de John Grisham, porque esos, incluso antes de que estén en las librerías, estarán pirateados. Sería curioso ver un top-manta de libros, no me digan.

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