lunes, 13 de mayo de 2013

La camiseta

La Historia es, junto a destrozar el planeta, lo que nos distingue de los animales. Bueno, hay alguna cosilla más, pero no me fastidien el comienzo del artículo que me había quedado muy bonito además de deprimente. Nuestra especie se caracteriza, entre otras cosas, por llevar un registro escrito de los sucesos, gestas, aciertos, errores, noblezas y bajezas más importantes de los últimos cuatro o cinco mil años, que no es poco. Sobre esto hay debate porque se supone que la prehistoria es lo anterior a la aparición de la escritura, pero ésta apareció de forma desigual sobre la faz de la tierra, pero no discutamos por eso. 

Esta característica humana nos permite ver lo que se hizo en el pasado, tanto lo que dio buen resultado como lo que no. De unos años para aquí nos enteramos de que nos han estado tomando el pelo con asuntos de cierto peso (si Cristóbal Colón fue o no el primer europeo en pisar América, si Shakespeare fue realmente el autor de las obras que se le achacan…) pero en general la mayoría de los hechos están razonablemente claros, otra cosa es su interpretación. 

El cine ha popularizado ciertos temas del pasado para bien y para mal. Ha divulgado la imagen de algunos mitos de la historia como Mozart, aunque fuera de una forma totalmente caricaturesca, pero también ha servido para que mucha gente se enterase de que existió un compositor llamado Salieri, aunque al pobre le han colgado un asesinato que jamás cometió. Hay que ir a ver las películas con cierto criterio, y han de servir, igual que la música de Luis Cobos, para iniciarse en la curiosidad de la investigación pero no para tomárselo como algo escrito en piedra. “Es así, que lo vi en una peli” nunca ha sido ni será un argumento de peso para una tesis doctoral. 

Pero si hay un tema en que un altísimo porcentaje, casi unánime, de películas, libros, datos históricos y comentarios de todo tipo han demonizado sin duda alguna es el nazismo. No deja de ser llamativo que otras corrientes tan destructivas como el comunismo pasaran desapercibidas como tales, y que de hecho algún atontado siga defendiendo no sólo su vigencia sino su nobleza a pesar de los millones de muertos causados. Seguramente la diferencia estriba en que los nazis perdieron una guerra contra todo el mundo y, por el camino, cometieron atrocidades de difícil superación (aunque no imposible, como demostró el camarada Josef Stalin). 

Ustedes fíjense hasta qué punto el nazismo es considerado horrible que hasta al terrorismo desatado contra ellos se le conoce con el conciliador y benigno nombre de “la resistencia”. En plan “los malos son los otros aunque nosotros pongamos bombas”. Creo que no hay mayor muestra de esa avenencia a considerar el estado nazi como el peor de los males políticos. 

Esa unanimidad debería hacernos ver todos y cada uno de los aspectos horribles que el partido encabezado por Hitler desató en la Tierra, pero no, no aprendemos. El otro día me encontré, con cierto pasmo, con un tipo que vestía una camiseta en la que se podía leer detrás “Deutschland, 1 volk, 1 reich, 1 führer”. La traducción es “Alemania, un pueblo, un imperio, un líder”. No tendría mayor consecuencia si la frasecita de marras no fuera la piedra angular de un famoso discurso de Hitler. 

Curiosamente, como el modelito tenía pinta de camiseta de fútbol, imagino que pasaría desapercibida entre la multitud. Si tuviera una esvástica, un retrato del tío del bigotito, o pusiera directamente “Yo gasearía a todos los judíos de Europa” a lo mejor se podía armar, pero el alemán no es un idioma muy conocido entre la población. Yo no hablo ni una palabra, pero reconozco esa frase por el interés, casi enfermizo, que despierta en mí el tema de la Alemania nazi como el ejemplo de hasta dónde puede llegar una nación presuntamente “civilizada” cuando se pervierte. 

¿Dónde vi la camiseta? ¿En un botellón del parque? ¿En una “rave” en una fábrica abandonada? Pues no, principalmente porque no me veo yo en algo así. En la feria del Comercio Justo que se organizó el fin de semana en la Plaza de España. Así, a plena luz del día, entre personas que afirman buscar la democracia y la libertad bajo banderas de Cuba y retratos del Che Guevara. 

La pregunta que me hago es: ¿si alguien fuera a esa feria con una camiseta del PP sería tratado con el mismo respeto? La respuesta creo que es obvia. Y esa pregunta genera otra ¿Eso sería porque les parece peor lo que hace Rajoy que lo que hacía Hitler o, no sé qué es más deprimente, porque soy el único que se dio cuenta de lo que significaba la camiseta pronazi? 

Me quedaron ganas de preguntarle al chaval si sabía lo que llevaba puesto. Probablemente no me gustaría la respuesta fuera la que fuera: lo consideraría un inculto o un pirado.

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