jueves, 30 de mayo de 2013

Los deberes del niño

Un padre ha reclamado y conseguido que le quiten los deberes a su hijo. La cosa va de que hay una orden del 97 que dice que los niños de primaria no pueden tener deberes en el primer ciclo, y que sólo excepcionalmente podrán tener alguno en el segundo y tercero.

Vaya por delante que no soy pedagogo, pero bueno, tampoco somos ninguno futbolista, banquero o concejal y anda que no se opina de esas cosas en los bares, así que vamos al lío.

Creo que lo primero es situarnos, porque con tanta reforma educativa no hay quien se aclare. A día de hoy, la educación primaria tiene tres ciclos, a los que corresponden las siguientes edades: 1º ciclo de 6 a 8 años, segundo ciclo de 8 a 10 y tercer ciclo de 10 a 12 años. Vamos, lo que era antes de primero a sexto de EGB. Por lo tanto, el decreto prohíbe los deberes hasta los 8 años y los pone como algo excepcional hasta los 12.

En segundo lugar hay que definir qué entendemos por “deberes”. Los defensores de su implantación dicen que cuanto antes se empiece con un hábito de estudio, mejor, pero es que nadie dice lo contrario. Los deberes son tareas que los profes mandan para casa porque no les da tiempo a hacerlos en clase, imagino que principalmente porque se pasan la mañana persiguiendo a los gamberros que en su casa no reciben la más mínima educación. Lo de las “tareas de refuerzo”, a los 10 años, en mi opinión no tiene sentido ninguno.

Otra cosa es que tengas un hábito de estudio, que era lo que nos hacían a nosotros: tener una rutina diaria, de merendar y ponerte a repasar lo que hiciste en el cole, porque al día siguiente los primeros 10 minutos eran dedicados a tomar la lección a dos o tres niños al azar. Es decir, que sí había ese hábito de estudio, pero no la carga de tareas que tienen ahora. Es parecido, pero no es lo mismo. Lo primero te inculca responsabilidad, lo segundo presión.

Obviamente yo me baso en mi caso, aunque reconozco que como mi madre hizo magisterio (aunque ejerció poco tiempo) supo echarnos una mano sin hacer las cosas por nosotros, que esa es otra (hay niños que llevan los deberes mejor maquetados que una tesis doctoral). No soy una persona especialmente estudiosa, pero aun así tenía que dedicar todos los días un tiempo a “afianzar conocimientos” porque me mandaban mis padres y de aquella obedecías, ahora no estoy tan seguro.

Los deberes, como yo los entiendo, no deberían existir hasta secundaria como muy pronto. Que un chaval tenga que hacer un trabajo sobre la Revolución Francesa son deberes. Que tenga que leerse el tema porque en clase no dio tiempo a darlo, es reflejo de una mala planificación del calendario lectivo.

Entre la barbaridad de deberes que les mandan para casa y la apretadísima agenda de actividades extraescolares que los papás se obsesionan con que hagan los niños (también hay niños que quieren hacer muchas, que no todo es culpa de los padres aunque creo que sí en un altísimo porcentaje) los pobres tienen menos tiempo libre que Matías Prats, que entre el telediario y los anuncios no debe tomar ni café.

Y son niños, no lo olvidemos. Sus deberes son jugar, mancharse, hacerse heridas en las rodillas… esas cosas que te hacen ser feliz a los 8 años y que luego se pierden para nunca volver. No les quiten eso, por favor.

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