martes, 18 de junio de 2013

La catedral de la cultura

Hoy me he venido a Santiago a hacer unos exámenes de cursos de la EGAP, un día les hablo de ellos porque son la cosa más absurda e inútil que he visto en mi vida. Pero no les voy a contar eso ahora, que prefiero terminar la experiencia para valorarla en todo su esplendor. 

Les voy a hablar de la Ciudad de la Cultura, desde donde estoy escribiendo esto. Ya les había contado algo en otra ocasión que estuve por aquí pero había venido como visitante, no como usuario "normal" de la biblioteca.

Ahora mismo tengo la sensación de estar en una catedral, sólo que totalmente blanca y lamentablemente vacía. Me refiero tanto a libros (ahora estoy en la biblioteca) como a personas. Lo primero es cuestión de tiempo ya que desde la aparición de los ebook no habrá quien se quiera deshacer de un montón de papel que tiene en casa y que no mira casi nunca a pesar del romanticismo de la imprenta. Cada día somos más prácticos en esas cosas y no sé yo lo que aguantarán los libros en las casas, sacando los que sean ediciones especiales o dignos de conservación. 

En cuanto a lo segundo, hay que decir que este lugar es cómodo… desde que llegas a él. Porque subir hasta aquí desde la ciudad andando es un calvario, y desplazarse en coche ya sabemos que no es algo que emocione a la mayoría. Una vez que llegas, tienes que recorrer un larguísimo recorrido (absurdo por demás) desde el aparcamiento hasta la entrada del complejo. Cuando consigues llegar a la biblioteca es mejor que no te hayas olvidado nada porque da pereza volver atrás. 

También dentro las dimensiones de todo son titánicas. Enormes espacios, techos altísimos, para albergar una excepcional biblioteca (hablo de las instalaciones) que, todo hay que decirlo, es un espectáculo en sí misma. No tengo ni idea de lo que se gastarán aquí en calefacción, supongo que mucho pero el efecto es impresionante. 

Me llama la atención que los mismos que critican la Ciudad de la Cultura suelen ser los mismos que dicen que las bibliotecas tienen que ser palacios. Ésta lo es. Otra cosa es que un palacio sea práctico, que normalmente no lo son. Están pensados para impresionar, para impactar al visitante, más que para ser un hogar para sus moradores. Aquí pasa algo similar con los libros, que son los residentes en esta superestructura que, en mi opinión, no busca tanto la comodidad o la facilidad de uso como dar un mensaje: Galicia apuesta por la cultura a lo grande. 

¿Es esto un despilfarro? Obviamente la respuesta a día de hoy es que sí. Incluso cuando se proyectó esto era una especie de “haiga” como el nuevo puente del Miño (“blanco, refulgiendo sobre el río…”) o los aeropuertos que han salido en toda España como setas. Pero al menos la intención parece noble: un super centro cultural, un canto a la esperanza puesto en el papel, las artes y la investigación bibliográfica… Si en algún sitio tiene eso sentido es en Santiago de Compostela, aunque quizás habría estado bien vincular esto a la Universidad para darle más “chicha”. 

Lo sé, les he hablado bien y mal de estas instalaciones. Si les soy sincero no sé qué pensar. Las veo desproporcionadas pero… las veo también más que dignas para lo que es la cultura. Quizás se hayan pasado seis pueblos, no les digo que no, y me habría gustado que antes de meter aquí tropecientos millones Lugo, por poner un ejemplo, tuviera auditorio, pero aún así tengo que reconocer que me embarga un sentimiento ilógico de orgullo cuando veo que esto es mío, tan mío como de todos ustedes. 

Y a mí me gustan los libros.

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