jueves, 24 de julio de 2014

El cuento de las cuentas de San Froilán

Que las cifras que se dan sobre ciertos asuntos son obviamente falsas lo sabemos todos. Los cientos de miles de personas que presuntamente acuden a Lugo a las fiestas no cuelan, a menos que contemos las veces que cada uno pasa por las puertas de la Muralla, y si pasa 10 veces cuenta como 10 personas. Y aun así es difícil de tragarse esos números. Pero lo que sí debería ser obvio e indiscutible es el asunto de la pasta.
 
La señora Carmen Basadre, concejala encargada de fiestas y festejos, aseguró que las fiestas de San Froilán habían tenido un coste de 790.000 euros. Luego se rectificó a sí misma y lo bajó a 624.000. Debió parecerle poco y lo dejó en un “ni pa ti ni pa mí” y finalmente situó el gasto en 652.137.

Eso, que ya suena a choteo, se agrava cuando compruebas, por boca de Ángel Trabada, concejal del PP, que hay facturas contabilizadas hasta en cinco ocasiones, por lo que un gasto de 17.470 euros se convierte en uno de 115.077 euros. Si esto es tal cual les cuento, y no tengo por qué dudarlo porque han publicado incluso los documentos que lo demuestran, el Ayuntamiento no sólo no habría puesto un euro para las fiestas sino que habría ganado dinero, ya que los ingresos ascendieron a 560.233 euros.

La cuenta final sería, por lo tanto, sumar 560.233 euros de ingresos menos 554.530 euros (los famosos 652.137 menos la diferencia de las facturas quintuplicadas, que serían 97.607 euros), lo que arrojaría un saldo positivo de 5.703 euros.

Todo esto nos lleva a pensar que el Ayuntamiento gasta el dinero a ojo, porque es difícil entender que una administración un poquito seria, por poco que sea, no sepa cuánto le ha costado una fiesta a los nueve meses de su celebración. Largo parto para tan flojas cuentas.

Y a esto le tenemos que sumar que en ese presupuesto se incluyen los 10.000 eurazos que han pagado a un colega por “organizar” el chiringuito, y cuya “organización” se entrecomilla porque hasta donde yo sé una parte importante de eso es hacer un balance de ingresos y gastos, nada complicado en teoría. Siempre que me cuentan esas cosas, como el pastón que cobró otro amiguete de los que gobiernan por subir unas cositas a Twitter y Facebook del Arde Lucus, me pregunto para qué demonios queremos un concejal si vamos a pagar a parte todo lo que debería hacer ese concejal. Concejala en este caso.

En resumidas cuentas (es irónica la expresión, lo sé), que no tenemos muy claro cuánto han costado las fiestas, si es que han costado algo. Quizás les hemos ganado dinero, quizás no. ¿Será una rosa, será un clavel? Mientras esté al frente del asunto quien está, difícil será saberlo. Principalmente porque no lo sabe ni ella.

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