lunes, 15 de septiembre de 2014

El problema no son las bicis sino el público

Que una actividad deportiva como la vuelta ciclista, en que son los pedaleos los que mueven el vehículo sin gastar ni un litro de gasolina, se celebre en un espacio natural como los Ancares, no debería extrañar a nadie ni mosquear al personal. Sin embargo eso es una visión quizás un poco simplista del tema, ya que el problema no son las bicis, sino la parafernalia que se asocia con una prueba de este nivel.

Tampoco es que haya tantísimos coches de la organización como para suponer un perjuicio a la zona, pero es el público, numeroso al ser un sitio donde nunca ocurre nada (de ahí su belleza), el que causa los más graves destrozos y problemas. Un amigo publicaba ayer una foto en Facebook de un botellín de cerveza abandonado en la zona, testimonio de los muchos más que veía por todas partes. Ese sí es el asunto.

Que la humanidad en cuanto se congrega en grupos de más de 50 personas pierde la vergüenza, el sentido común y las formas es un hecho de difícil contestación. Ahora que venimos de pasar unos días de vacaciones y muchas personas han ido a lugares donde normalmente hay grandes masas de gente, tendremos frescos los recuerdos más negativos de la convivencia humana: el caradura que se pretende colar, el imbécil que se pone a gritar en el hotel a las 7 de la mañana porque le sale el avión y le importa un cuerno despertar al resto del edificio, el tontaina que mientras espera para ver un museo tira el papel del bocata al suelo, los que dejan los restos de la merienda en la arena de la playa…

Ejemplo de basura en Los Ancares tras la vuelta ciclista
Los comportamientos incívicos son tan variados como creativo es el ser humano para bien y para mal, y por desgracia los maleducados son legión. Incluso gente que se considera a sí misma razonablemente ilustrada en determinadas situaciones pierde completamente el norte y se vuelve lo peor que se puede ser: un turista.

No hay nada más desagradable que ver a algún señor notario de vacaciones donde cree que no lo conoce nadie (no se me ofenda nadie, digo un notario como ejemplo, me vale cualquier otro que en condiciones normales no puede salirse de la línea por el “qué dirán”). Es como si quisieran descansar del barniz de civilización que se ponen por las mañanas en su vida diaria y se convierten en turistas, que no viajeros, a la caza de la foto ante el monumento de rigor y la compra del producto “típico”, que suele estar fabricado en China, lo que le quita todo el encanto a menos que realmente estés en China. 

Tampoco hay que ponerse pijos y decir “yo no me hago fotos”. A todos nos gusta tener un recuerdo, y ya sea el llavero de la Torre Eiffel o la foto delante del Coliseo, siempre es muy socorrido conservar imágenes para, con el paso de los años, recordar mejor los viajes. No me refiero a eso, sino al memo que te da el codazo para apartarte y salir mejor en la foto, o el borde que te mira mal porque pasas por donde no tienes más remedio que pasar mientras él posa durante media hora para conseguir la pose perfecta.

Pues volviendo al principio, lo de los Ancares es lo mismo. Si la gente que va fuera civilizada, aparcara donde se debe, se situase en los sitios adecuados, recogiera sus desperdicios y tratara de visitar el lugar sin dejar “su huella”, no habría problema alguno en organizar la vuelta ciclista en esa zona. Pero no somos así, en masa los humanos somos lo peor, y no hay más que ver cómo quedan las ciudades después de cualquier fiesta patronal, con sus toneladas de basura tiradas por el suelo.

Cola en las Catedrales - Foto de La Voz de Galicia
Para Galicia es una gran promoción que la vuelta pase por nuestra tierra, y en mi opinión es bienvenida, y la entrada en los Ancares proyecta la imagen de un paraíso natural que no nos viene mal vender… dependiendo de quién compre. Si se va a convertir en un circo de tres pistas lleno de gente que va a empujones casi prefiero que se quede como estaba, y si no, miren lo que ha pasado con la playa de Augas Santas, conocida como las Catedrales, que pasó de ser un paraje paradisíaco a ser lo que es hoy.

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