sábado, 28 de febrero de 2015

Larga y próspera vida

Es llamativo cómo podemos sentirnos cerca de personas a las que no hemos visto en nuestra vida, sólo porque se dedican a un oficio tan peculiar como el de actores. Nos caen bien o mal sin tener más criterio que el de los papeles que interpretan y las ocasionales entrevistas en que quizás están actuando tanto como en la pantalla.

Salvo contadas ocasiones no tenemos la oportunidad de conocer personalmente a actores que nos resultan familiares por hacer diversos papeles famosos o por encarnar a un único personaje tremendamente popular, y si se llega a dar el caso de tropezarnos con ellos no siempre resultan ser lo que imaginabas.

La persona más famosa a la que he conocido personalmente fue Charlton Heston. Estuvo comiendo en el Verruga con su mujer en el año 99, y tuve el placer de estar toda la tarde con ellos enseñándoles Lugo. Un café en la terraza del Café del Centro, un paseo por la muralla, la consabida visita a la Catedral y una bajada a lo que queda de las Termas del Balneario me dieron unas cuantas horas de charla bastante variada con quien encarnó a Ben-Hur o Moisés entre otros papeles inmortales… y no era el vaquero que parecía cuando decía aquello de que sólo arrancarían su arma “de mis dedos muertos” sino un hombre culto, extremadamente educado, atento y sobre todo curioso por la historia de Lugo y apasionado por lo antiguo.

Ese episodio excepcional me permitió darme cuenta de que no todo es lo que parece, y sin embargo sigo cayendo, como todos, en las simpatías o antipatías de quienes no conocemos.

Todo esto viene a cuento de que me ha sorprendido que me entristeciera notablemente la muerte de Leonard Nimoy que se hizo popular por encarnar a uno de los personajes más famosos de la ciencia ficción: Spock.

Un día negro en el mundo trekkie al que pertenecemos algunos, e incluso orgullosamente hasta nos atrevemos a decirlo más alto gracias a Big Bang. Sheldon Cooper ha hecho mucho bien al friky medio.

Nimoy se convirtió en un icono de toda una época, ese puente entre los años 60 y los 70, enfundado en sus orejas puntiagudas y su seria cara de vulcaniano. Sin embargo era una persona con un profundo sentido del humor según nos cuentan, y lo demostró en reiteradas ocasiones riéndose de sí mismo y de su alter ego extraterrestre.

Su peso en la pantalla en los temas de ciencia ficción, una vez popularizado Spock, fue tal que incluso en series actuales como Fringe su encarnación del Doctor William Bell tuvo una tremenda acogida y convirtió a un personaje totalmente secundario y que apareció pocos minutos en una de las piedras angulares del argumento de la serie.

En el caso de Leonard Nimoy tenemos algo más para valorar su personalidad que sus películas (sí, hizo más que Star Trek). Escribió dos autobiografías. La primera la tituló “Yo no soy Spock”, lo que hizo que quienes sólo se molestaron en leer el título del libro y no su contenido pensaran erróneamente que renegaba del personaje. La costumbre de dar por sentadas las noticias con leer el titular, ya saben. Sin embargo no tuvo nada que ver con eso, y de hecho es una larga conversación entre Nimoy y su personaje Spock en que ambos analizan innumerables temas, entre ellos la cara y cruz de los actores que son identificados con un único personaje. No fue una forma de rechazar a Spock, sino de reivindicar a Leonard Nimoy como un ser humano más allá de la ficción, cosa totalmente lógica, como no podía ser menos.

La segunda autobiografía, titulada “Yo soy Spock” demostró una evolución, en la que Nimoy abrazó el enriquecimiento que supuso para él el personaje y viceversa. Se dio cuenta de lo mucho que aportó él como actor al personaje pero también de lo que supuso para la persona real el ficticio extraterrestre.

Nimoy interiorizó hasta cierto punto (no como para volverse loco, entendámonos) las bondades de una filosofía, la vulcana, ficticia pero tan real como cualquier otra construcción mental, en este caso salida de la genial mente de Gene Roddenberry, el creador de Star Trek.

Ver ahora Star Trek II en que Spock muere por salvar a sus compañeros de tripulación, o Star Trek III en que el personaje resucita (la ciencia ficción es lo que tiene) tienen hoy otro significado, el de un homenaje a un escritor, fotógrafo, director y actor que supo no morir de éxito e integrar a su personaje en su vida.

Tuvo lo que su personaje deseaba a modo de saludo, una "Larga y próspera vida".

1 comentario:

  1. José Ramón Freire Campo1 de marzo de 2015, 16:35

    Lo acabo de compartir en mi muero de Facebook, Luis.

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