martes, 30 de junio de 2015

Empieza el juego

Parece ser que PSOE y Lugonovo han roto relaciones para formar gobierno. Esto hace que, tras el “no” del BNG a sentarse junto a Lara Méndez, se le complique la existencia a la nueva alcaldesa, pero no más de lo previsible.

La llamada Ley de Grandes Ciudades a la que Lugo está acogida (por elección, que no por obligación) hace que los poderes del gobierno local sean extraordinariamente amplios, en detrimento del propio Pleno. En realidad, salvo los presupuestos, que es cierto que son lo más importante del curso político, el Pleno está bastante limitado.

Pero es cierto que a pesar de esas capacidades otorgadas al gobierno para su supervivencia necesita una cierta complicidad de algún grupo de la oposición para llevar las cosas moderadamente bien, con cierta normalidad. Sin embargo es un error dar por sentado que esa coincidencia tiene que reflejarse necesariamente en entrar en un gobierno de coalición (cosa que realmente aquí no se hace nunca, sino que se entra en el consabido reparto de tartas).

Se entiende que el gobierno ha de ser un poder ejecutivo, que lleva a cabo las políticas de su programa electoral basando la acción en los acuerdos a los que se llega en un Pleno formado por su grupo y los de los demás partidos. Para esas funciones no hace falta que la mayoría absoluta que no otorgaron unas urnas se fabrique juntando grupos hasta conseguirla artificialmente.

El gobierno cuenta con una legión de funcionarios y trabajadores públicos que traducen sus órdenes en hechos, y no es necesario que haya muchos concejales. Los 8 de Lara Méndez son más que suficientes para dirigir el cotarro.

Después, por supuesto, entra en juego la capacidad negociadora pero ahí el equipo de la alcaldesa juega con las cartas marcadas porque tiene a su favor que una parte importante de la oposición viene con cierta cercanía ideológica que le ayudará a gobernar. Probablemente si el alcalde fuera Jaime Castiñeira tendría mucho más complicadas las mayorías a pesar de tener un concejal más que Méndez.

Aún les digo más. Elena Candia en la Diputación tiene un Pleno mucho más hostil que Lara Méndez, pese a estar rozando la mayoría absoluta. Si alguien piensa que Manuel Martínez se lo va a poner fácil por todo lo que ha pasado es que no conoce al alcalde de Becerreá.

A quien beneficia la ausencia de mayorías absolutas de laboratorio en el Ayuntamiento es a quienes quedarían ninguneados en tal caso: al PP, a Izquierda Unida (o como demonios se llame ahora) y a Ciudadanos. Olga Louzao va a dar mucho, muchísimo juego en estos cuatro años porque a su habilidad, que considero muy alta, hay que añadir que probablemente sea el partido más imprevisible, y la ausencia de un resultado cantado de las votaciones le va a permitir arbitrar en muchas cuestiones en que BNG y Lugonovo se intentarán alejar de Lara Méndez por aquello de hacerse los interesantes.

Habrá que ver si todo el mundo está a la altura. Si la nueva alcaldesa negocia con todos (y cuando digo todos me refiero a todos), si la oposición se dedica a debatir sobre Lugo y no a enrocarse en sus ideologías y sus filias y fobias…

Tenemos cuatro años por delante tremendamente interesantes, en que aprenderemos a distinguir a los capitanes de los marineros de agua dulce. Ya me entienden.

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