jueves, 4 de junio de 2015

Reuniones secretas a voces

¡Qué tiempos aquellos en que Pablo Iglesias le decía a Ana Pastor que las cosas tenían que cambiar! Aquellas frases tan rimbombantes como la de "Hay que acabar con el secretismo a la hora de hacer política, con las reuniones en reservados de restaurantes donde se toman decisiones al margen de los ciudadanos" de hace un año en El Objetivo.

¡Qué tiempos aquellos en que Pedro Sánchez aseguraba no tener nada que hablar con “los populistas”! "Porque el final del populismo es la Venezuela de Chaves, la pobreza, las cartillas de racionamiento, la falta de democracia y, sobre todo, la desigualdad", defendía en Antena 3.

Ahora resulta que sí tienen mucho de qué hablar, a pesar de lo que decía el uno, y lo hacen en secreto a pesar de lo que decía el otro. En un reservado de un hotel quedaron ambos para decirse sus cosas, que no sabemos las que fueron porque aquella luz y aquellos taquígrafos que se reclamaban han pasado al olvido de la “realpolitik”.

Personalmente no tengo nada en contra de que colegueen todo lo que quieran, que pacten, que hagan acuerdos para arrebatar gobiernos al PP o a quien sea. Es lícito y, aunque no acabo de entender muy bien que en una cenita a la cálida luz de las velas en Madrid se decida el futuro del ayuntamiento de Majadahonda, el de la Comunidad de Murcia, o el de Quintanilla de Onésimo, es lo que hay y lo que el sistema permite. Al que no le guste ya sabe dónde tiene la puerta.

Lo que me molesta de todo esto es la flagrante mentira y el no tener la decencia de dar una explicación. No hablamos de historia antigua, ni de declaraciones que se hicieron en los años 80, sino de cosas que se dijeron hace escasos meses y que pudieron influir en el voto de mucha gente.

Las reuniones secretas son de lo más divertido
Lo suyo habría sido, creo yo, salir a decir “pues oigan, me equivoqué, hay cosas que sí hay que hablar a puerta cerrada, y no porque sean nada vergonzoso sino porque hay que hablar a calzón quitado y no procede tener una cámara delante”. Muy duro, pero muy realistas. Igual que el señor Sánchez debería haberse envainado su soberbia y reconocer que “maldita la gracia que me hace reunirme con Podemos, que me está comiendo terreno, pero no me queda otra porque si no pacto con éstos no gobierno ni en mi comunidad de vecinos”.

La realidad se impone, y todos aquellos cuentos de hadas que se contaban cuando se estaba acampando en Sol se convierten en eso, en cuentos. Los sueños son bonitos, pero cuando se sueña se está dormido y es hora de despertar, porque este país necesita ahora que quienes han sido elegidos en las urnas estén a la altura de las circunstancias.

Tampoco me ha quedado muy claro el poder que tiene el señor Iglesias para, por ejemplo, tomar decisiones sobre los acuerdos que tome Lugonovo en Lugo. ¿Un posible pacto de “la central” obligaría a los de aquí a desandar el camino recorrido y agachar las orejas ante Orozco para arrebatar la alcaldía al PP? Lo dudo, pero vayan ustedes a saber.

Mientras tanto el país sigue a la espera de saber qué pasará la semana que viene en muchos de nuestros ayuntamientos, quiénes serán nuestros alcaldes y alcaldesas y qué alianzas se forjarán al margen de lo que hayan dicho los votos. Total, si al final con dos o tres concejales, si son llave, tienes más poder que otro que tiene 9 o 12… Democracia le llaman algunos.

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