lunes, 28 de marzo de 2016

Otra vez con las bicis a vueltas

Duquesa de Lugo, donde iría parte del Carril Bici
Foto: La Voz de Galicia
La Voz de Galicia de hoy recoge que el Ayuntamiento anuncia que hará un carril bici en Duquesa de Lugo y zonas 30 en otras partes de la ciudad. Sorprendente, porque ambas políticas parecen casi contradictorias, pero razonable si se combinan bien ambas tácticas. Lo más raro es que anuncien esto al mes y pico de decir que crearían 65 kilómetros de carril-bici. “O arre ou xo”.

Cuando una ciudad tiene una amplia zona 30 (que viene a ser la limitación máxima de circulación, por si no es bastante evidente el nombre) no necesita carril bici, ya que las bicicletas pueden ir tranquilamente por el asfalto sin que algún merluzo los embista por creerse que está en el Jarama. Por otra parte, en amplias avenidas donde se puede establecer un límite más alto (pongamos Duquesa de Lugo, el día que la terminen) sí es recomendable hacer una separación, con barreras físicas preferiblemente, que diferencie zonas para peatones, para bicicletas y para vehículos de motor.

La gran ventaja de las zonas 30 es que apaciguan enormemente el tráfico, relajan la circulación y eso es bueno no solo para las bicicletas, sino también para peatones y demás fauna urbana. Además es algo muy barato de ejecutar, ya que no hay que hacer más obras que plantar una señal y pintar grandes números 30 en el suelo, no parece excesivamente complicado.

Sin embargo es cierto que hay áreas donde las zonas 30 parecen ridículas. Por ejemplo, esa velocidad es absurda en esas grandes avenidas como Duquesa de Lugo, con cuatro carriles intermitentes (ora dos carriles, ora cuatro carriles) de forma inexplicable, ya que para completar de una maldita vez la calle hasta el Ceao solo hay que ocupar terrenos que están vacíos (tampoco es que haya que demoler un templo etrusco). Es como cuando vas por enormes circunvalaciones, que son auténticas autovías, y te limitan a 80 o 50, e incluso 30 como es el caso de la autovía de entrada al aeropuerto de Lavacolla. Señales que parecen puestas más para poder multar al incauto cuando el Estado ande bajo de fondos que para garantizar la seguridad de los conejos, que es lo máximo que puedes atropellar en esos lugares.

Para hacer un carril bici hacen falta enormes avenidas
de las que Lugo carece justo donde serían necesarias.
La hábil combinación de ambas estrategias puede funcionar. Lo que pasa es que en Lugo estamos acostumbrados a los grandes planes y proyectos faraónicos que finalmente se quedan en agua de borrajas. Por ejemplo, los mencionados 65 kilómetros de carril bici que ahora parecen quedar en nada o el anuncio de ahora de que van a aplicar el fantástico Plan de Tráfico que está guardado en un cajón desde que se pagó por él una salvajada en 2008. Desde aquella se han peatonalizado calles y la ciudad ha cambiado, poco, pero ha cambiado. ¿De verdad ese plan es aplicable casi una década después? Quizás sí, quizás no, quizás haya que pagar otra barbaridad para que algún “amigo” lo actualice.

Lugo no necesita desproporcionadas políticas de palabras grandilocuentes, sino acciones prácticas, efectivas y de sentido común. De planes estratégicos, planes de turismo y planes de casi todo estamos cansados. De que nos vendan motos que ni siquiera existen y que nos vengan a decir que necesitamos expertos del quinto pino que nos cuenten cómo vivir nuestra vida, en lugar de adaptar las medidas a la realidad existente, que es lo suyo.

No me entiendan mal, no veo mal contratar un experto para asesorar sobre un plan específico, pero estoy un poco aburrido de que solo se haga eso, sin que los planes acaben en nada más que una generosa transferencia de dinero público a la empresa de turno para hacer la rueda de prensa y sacar titulares que al poco tiempo no sirven de nada al ciudadano de a pie.

La idea propuesta no es mala, en serio, pero tampoco eran malas muchas otras que se quedaron por el camino. Ojalá esto sea diferente, pero vistos aquellos ambiciosos planes de tener un nuevo sistema de aparcamientos en ocho meses y la ausencia de movimiento en ese sentido… mi fe flaquea notablemente.

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