lunes, 30 de enero de 2017

El tamaño no lo es todo

Desde hace unos años se habla de adelgazar la administración para lograr una mayor rentabilidad de nuestros dineros y que se despilfarren menos recursos en “políticos”. Ese mensaje, que suena de maravilla al machacado ciudadano (si es un autónomo o una pequeña empresa eso se queda muy corto) se suele apuntalar con el recurrente argumento de que cuanto más grandes son los municipios mayor es la prosperidad. Error.

Piensen por un momento en las autonomías más prósperas de España. Supongo que a todos se nos vienen las mismas a la cabeza: Madrid, Cataluña, País Vasco, Navarra... igual que ocurre con las menos aventajadas: Galicia, Extremadura, Castilla la Mancha...

La supuesta evidencia que pone en relación el tamaño de los ayuntamientos de una región con su falta de prosperidad cae por su propio peso cuando analizamos los datos. Ya sé que es más cansado mirar las tablas de números que decir cosas a lo loco, pero es que lo primero forma opiniones y lo segundo consignas.

Resumiendo un poco el asunto, les diré que por ejemplo mientras en Galicia contamos con 313 ayuntamientos, en Cataluña hay 940 (puedo bailar algún número porque la única tabla que he encontrado es algo vieja, pero vamos, nos vale para hacernos a la idea). Se podrá pensar que los de los catalanes son de mayor tamaño, pero tampoco, porque la extensión media allí es de 36,26 kilómetros cuadrados por municipio y la de Galicia es de 96,43. Por su parte, el País Vasco tiene municipios todavía más pequeños, con una media de 34,76 kilómetros cuadrados y Extremadura más grandes, de 116,51.

La constelación municipal española. ¿Un problema? Quizá no
Incluso dentro de la propia Galicia hay variaciones sorprendentes. Mientras en Lugo cada ayuntamiento tiene de media casi 150 kilómetros cuadrados (de hecho el de la capital es enorme) en Coruña solo llegan a 84,69.

Estos datos deberían tumbar por sí mismos ese espejismo de que “cuanto más grande mejor”, ya que se ve que una de dos, o el tamaño no importa o, de hacerlo, es en el sentido inverso al que habitualmente nos quieren hacer creer.

Obviamente en este asunto soy parcial. Parto de una base muy municipalista, y creo firmemente en la importancia vital de los ayuntamientos para hacer políticas cercanas al ciudadano y, lo que es más importante, controlables por éste. Uno ve a su alcalde por la calle habitualmente, pero es más complicado echar el ojo a un presidente de Gobierno, aunque sea autonómico. Pero las tablas algo de razón parece que me dan, así que la subjetividad es relativa.

Pensar que la variable es algo tan tonto como el tamaño de la extensión del ayuntamiento es un error. De hecho aunque el “cuanto más grande mejor” del que hablábamos pueda parecer una evidencia aparente por disponer el municipio de más recursos propios y esas cosas, se minimizan los controles y todo está más a su aire. De lo contrario no hay explicación para que los casi 150 kilómetros cuadrados del municipio medio lucense no hagan que seamos más competitivos que los menos de 22 kilómetros cuadrados de Vizcaya. O eso o que alguien puede intentar decir que somos más prósperos aquí. Complicado argumento.

La cuestión no es tanto unir esfuerzos en entidades más grandes, sino en que esos recursos se empleen correctamente. Da igual que Lugo sea un municipio grande o pequeño si nuestros gobiernos insisten en quemar el dinero en cafeterías, museos enterrados en zonas con aguas subterráneas, auditorios que se pudrirán antes de abrir la puerta o excursiones colectivas a Madrid para comer por la cara en FITUR. Probablemente un pequeño ayuntamiento bien gestionado tenga más papeletas para triunfar que uno grande llevado como se llevan por aquí las cosas.

Por supuesto no podemos llevar esto al absurdo, y nadie defiende un ayuntamiento con 100 habitantes, pero en cualquier caso, creo que es un hecho demostrable que la variable no es la extensión territorial, así que habrá que seguir dándole vueltas.

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