martes, 21 de noviembre de 2017

En la Plaza hace frío, y yo no me río...

La plaza de abastos reformada. Muchos de los que soportaron las obras ahora se pueden ver expulsados de sus trabajos.
Ayer por la tarde me acerqué a la Plaza de Abastos a ver a unos amigos que tuvieron la valentía de abrir allí sus negocios cuando las cosas pintaban bastos. Están preocupados porque cualquier día su casero los larga sin contemplaciones, y la cosa es particularmente grave porque su casero somos todos, ya que es un edificio municipal.

El diagnóstico del problema, del que ya hemos hablado en otras ocasiones, es claro porque el propio gobierno lo ha reconocido en reiteradas ocasiones: diez puestos fueron adjudicados “provisionalmente” por cuatro años con el compromiso de que al sacar el concurso se puntuaría su esfuerzo, que no fue moco de pavo porque hay que recordar que esta gente arriesgó su dinero cuando la plaza estaba sin reformar, y de hecho se comieron todas las obras con las molestias y las pérdidas que ello conlleva.

Sin embargo, las adjudicaciones llegaron a su fin y estos puestos están “en falso”, porque cualquier día les pueden exigir que cojan sus cosas y se larguen, y tampoco hay asomo de que se vaya a convocar un nuevo concurso tal y como propuso un grupo municipal hace ya dos años. Por cierto, supongo que les llamará la atención como a mí que ese grupo municipal fue el socialista, el que gobierna Lugo desde hace casi dos décadas pero que aparentemente no tiene responsabilidad alguna en lo que pasa en esta ciudad.

En aquella ocasión, el concejal que lleva el tema elevó a pleno una propuesta que consensuó con muchos de los placeros afectados y con Lugo Monumental (por eso sé de qué hablo, que en aquel momento llevaba yo el asunto), en que se recogían unos puntos de sentido común: la elaboración inmediata de un plan de negocio y, a continuación, la puesta a disposición de los espacios de la plaza. No volvimos a tener noticias, lo que hace sospechar que todo fue una maniobra electoral, ya que aquel pleno fue el último antes de las elecciones. O eso, o una casualidad, ¡quién sabe!

Lo que está más que claro es que en esta ciudad plagada de contratos caducados y concesiones que se ejercen sin pagar canon alguno como hemos hablado muchas veces, se va a por unos pequeños autónomos que luchan día a día por sobrevivir y ganan en todo el año lo que uno de esos contratos de multinacional mueve en cuatro días. El tema de la Plaza de Abastos tendría guasa si no se jugara con el futuro de muchas familias y con ingentes cantidades de dinero público, gastadas que no invertidas en obras más que discutibles y que probablemente a un particular le acarrearían una sanción.

Radiadores de techo.
Lo más de lo más.
Desagües por debajo del nivel del suelo que son un caldo de cultivo de accidentes, escaleras mecánicas que no existen, una página web que sigue sin funcionar, instalación de Wifi que no da señal, una iluminación de barras más vieja que Matusalén (no comprendo que no se cambiasen por un sistema led o algo así más cálido y encina con menor consumo), obras terminadas sin terminar… y ayer me hicieron notar el más que peculiar sistema de calefacción, que no calienta.

Como somos más modernos que nadie, resulta que la calefacción se ha instalado en el techo de la Plaza. Cuando lo vi pensé que era algún tipo de instalación electrónica o para Internet, cualquier cosa menos radiadores. He estado brujuleando por Internet y veo que la calefacción de techo es un sistema moderno y maravilloso… según el fabricante. No sé exactamente qué sistema tenemos en Lugo, pero el que las hace habla de un sistema radiante, es decir, que no es el típico que funciona con agua caliente. El de Lugo aparentemente sí, o eso parece por los grandes tubos que por lo visto llevan agua.

En el cole aprendimos que el aire caliente tiende a subir y el frío a bajar porque pesa más. Eso hacer pensar que si en una instalación enorme, con un techo puntiagudo que crea una campana elevada, y que encima tiene grandes corrientes de aire porque las puertas están abiertas mucho tiempo, pones radiadores en el techo no valdrán de nada. Al menos es lo que dice la lógica aparente, que muchas veces no funciona porque hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.

No sé, pero yo diría que eso son tomas de agua.
Sin embargo, y a pesar de que quiero creer que el sistema está bien pensado y que mi desconfianza no tiene base, las pruebas no lo avalan por un sencillo hecho incontestable: en la plaza hace frío, mucho frío. Al cliente le molesta lo justo porque está allí un ratito y normalmente moviéndose, pero al placero se le congelan los dedos y no es muy normal que tengas que estar con mitones en el trabajo porque el sistema no responde… o no lo encienden, yo que sé. Me contaron que el técnico de turno estuvo haciendo pruebas con un medidor toda una mañana… y no se movió ni un grado.

No sé, ya les digo que no soy técnico y que el aparente sentido común en estas cosas es alterado por las tecnologías más recientes, pero lo que sí les puedo asegurar es que no funciona. De todas formas no pasa nada, si tengo razón y no calienta se vuelve a cambiar. Total, paga Juan Pueblo, y veo que nadie dice nada.

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