viernes, 10 de noviembre de 2017

Le llamamos ‘’evolución’’

Una de las páginas del libro "Sempre en Lugo", editado en 1993
por el Colegio de Arquitectos de Lugo y que muestra la "evolución" urbanística de la ciudad.

La foto que colgó Paco Nieto de Santo Domingo.
Fíjense bien en los detalles...
Ayer Paco Nieto, el conocido periodista, colgó en su Facebook una foto antigua de Lugo que nunca había visto. Una imagen de la Plaza de Santo Domingo de lo que parece ser un día de domingo de principios de otoño, sin sol, nublado, pero sin gente con abrigo.

Me recordó a María Dolores Pradera...

Nos espera nuestro cochero frente a la iglesia mayor, y a trotecito lento recorremos el paseo, tú saludas tocando el ala de tu sombrero mejor, y yo agito con donaire mi pañuelo. 
No se estila, ya sé que no se estila, que te pongas para cenar jazmines en el ojal. 
Desde luego parece un juego pero no hay nada mejor que ser un señor de aquellos que vieron mis abuelos.

Una foto en que se ve gente paseando, por aceras y por calzada, algún coche de fondo (espectaculares los de época, como siempre) y la imagen de una ciudad limpia, cuidada, con casas arregladas y jardines en estado de revista, con farolas ornamentales y gente arreglada, de traje que es lo que me hace pensar en un domingo.

¿Cuándo hemos dejado de querer a nuestras ciudades? ¿Por qué hemos pasado de intentar que nuestra casa sea un ejemplo, la más bonita del pueblo, a pasar de todo y ni siquiera molestarnos en encalar las paredes dejando a la vista ladrillo y hormigón? ¿En qué momento se ha perdido el rumbo?

Por supuesto en este tipo de fotos hay una trastienda, no se puede negar. No hablamos de una sociedad idílica sin problemas, de una Arcadia feliz sin opresores ni oprimidos… pero tampoco de la Edad Media. Probablemente hubiera un punto de equilibrio que se ha sobrepasado, pero no estoy hablando de la construcción social o del sistema político (por las fotos esto es muy anterior a Franco, por si algún despistado piensa que hablo de semejante cosa), sino de un sentimiento de orgullo por lo propio que vaya más allá de poner una banderita en Facebook.

Evidentemente todo es cuestión de gustos, pero me cuesta creer que fuera necesario destruir el elegante Lugo de principios del siglo XX para usar esos solares en lugar de edificar las nuevas y horrorosas construcciones verticales un poquito más lejos de la Muralla. Claro que algunos se han hecho ricos a costa del asesinato de la estética de nuestra ciudad, ya sea por ejecutar la sentencia de muerte o por hacer la vista gorda.

Hoy está restaurado, pero para dejarlo así
hasta te planteas si no habría sido mejor tirarlo
Foto: La Voz de Galicia
Soluciones de compromiso entre lo que debería ser y el rendimiento económico dan como resultado engendros como el mamotreto que casi comparte parcela con el antiguo Hospital Portela. Encajonar así una obra de arte arquitectónica es como poner un marco hortera a un cuadro de Velázquez, pero claro, ahí no hay constructores de por medio.

Visito con envidia los cascos históricos de otras ciudades que sí han sabido respetar su patrimonio. Pontevedra o Santiago son ejemplos cercanos, excepcionales islas de buen gusto en una Galicia que día a día hipoteca su paisaje y su patrimonio urbanístico. Ya si sales de aquí te encuentras con pueblecitos encantadores que en España son contados pero en el resto de Europa sí se han sabido mantener con más acierto y abundancia. Lugares donde lo que choca, si es que lo hay, es algún edificio suelto que rompe la acertada estética común, mientras que visitando los nuestros hay que tener cuidado al hacer la foto del edificio que ha sobrevivido milagrosamente a la especulación, para que no salga el horror de hormigón y nulo gusto que le han puesto a su lado.

Ya les he hablado más de una vez del libro “Sempre en Lugo”, editado por el Colegio de Arquitectos hace unas décadas, pero insisto en recomendarles que le echen un vistazo. Fotografías del viejo Lugo comparadas con el del momento de su edición, allá por los años 1993. Hoy podrían hacer una nueva edición para que nos avergoncemos de lo que hemos perdido en estos casi 25 años.

Le llamamos ‘’evolución’’.

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