martes, 12 de diciembre de 2017

El idioma de Ikea y otras distracciones

La web de Ikea ofrece tres alternativas lingüísticas. Ninguna es el gallego. Pues vale.
 Ayer un amigo me envió una de esas cadenas que se difunden por Whatsapp para animarme a enviar un mensaje a Ikea protestando porque la página web de la cadena sueca está en castellano, catalán y vasco… pero no en gallego.

Mi primera reacción, como suelo hacer en estos casos, es meterme en la web y comprobar la veracidad de la información. En este caso lo es, la página ofrece tres alternativas lingüísticas y ninguna de ellas es el idioma de Galicia, lo que por lo que se ve molesta tanto a algunas persona que montan esta modesta pero quizá viral campaña, que me parece muy bien, cada cual ha de pelear por lo que considera oportuno. Veo que la web de la tienda de Coruña sí está en gallego, supongo que a ver si cuela.

La página de la tienda de Coruña sí está en gallego. Por si cuela
De todas formas mi reflexión es la siguiente… ¿no creen que sería mejor para nuestra tierra que los esfuerzos del público se dirijan a animar a los compradores a ir a la producción autóctona? Es decir, que está muy bien que los suecos no se hagan los ídem y pongan la página en gallego, para así “infiltrarse” mejor aún en una comunidad que ha pasado de los muebles de castaño y pino a los de contrachapado nórdico en un abrir y cerrar de ojos, pero sería más sano para la economía local que nos replanteásemos lo que compramos.

No quiero ser cínico. La mitad de mi casa es de Ikea, aunque tengo que reconocer que le estoy cogiendo un asco tremendo al sistema de “hágalo usted todo y lléveselo como pueda” a cambio de cobrarte relativamente poco dinero, será la edad. La mayoría de mis muebles son de hace ya unos añitos, cuando me independicé y no tenía dinero para comprar otra cosa (tampoco es que ahora pueda permitirme lo que me gustaría), pero siguen siendo lo que son, de Ikea, así que no entiendan que critico al comprador de esa monstruosidad porque yo también lo fui y aún pico de vez en cuando con alguna carallada de esas que cuestan pocos euros y dan servicio, aunque cada vez menos afortunadamente.

Que te vendan cosas de diseño resultón, que puedes combinar como quieras, y más que razonables de precio son los argumentos de peso que han hecho de Ikea un imperio mundial que hasta donde yo sé no tiene rival en el mundo del mueble. Hasta que a Amancio le dé por ponerse a ello, al menos.

Pero precisamente por eso, porque es un gigante con todos los triunfos en su mano, las campañas de difusión privadas deberían intentar recuperar la atención hacia el pequeño productor, el mueble de la “ruta” que todos conocemos camino a Sarria, de la madera “da terriña” (vamos a sacar a los eucaliptos de la ecuación) y ese tipo de cosas.

A mí que Ikea tenga la página en húngaro me parece que a Galicia ni le va ni le viene. Cuanto más ajena resulte su web a nosotros mejor, porque solo nos faltaba que encima nos vengan con el cuento de que “somos como vosotros”, “venimos en son de paz”. No tienen más que fijarse en los nuevos anuncios de Ikea (buenísimos por cierto) que quieren transmitir que no solo encajan en cualquier sitio sino que no son de peor calidad que los otros.

Las cadenas van a lo que van, a conquistar nuevos mercados y a cambiar oro y joyas por espejos y baratijas. Es la modernidad. Y nosotros somos sus cómplices. Estarán encantados si nos distraemos con el idioma de su web. Así la visitamos y a lo mejor hasta compramos algo.

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